jueves, 9 de abril de 2020

TORRIJAS




INGREDIENTES:

* 1 y 1/2 Litro de leche fresca
* 1 rama de canela
* 3 ó 4 cáscaras de limón
* 8 cucharadas de azúcar
* Un chorro generoso de vino dulce: Solera de 1847, Canasta, del Sanatorio..... Cada uno según su 
    gusto
* 1/2 Kilo de miel
* 1 litro de aceite Carbonell suave
* 14 rebanadas de pan de torrijas cortadas por la mitad en forma de triángulo ( yo uso el de la marca
   El Guijo, pero podeis hacer pan y cortar rodajas de un centímetro y medio)
* 1/4 litro de agua
* 3 huevos enteros y una clara

PREPARACIÓN:

  1. Hervir la leche con la canela , el limón y 4 cucharadas de azúcar.
  2. Cuando esté la leche templada añadir el vino al gusto, tapar y reservar. Dejar que se enfríe totalmente´
  3. Cortar el pan en triángulos o como cada uno guste. 
  4. Poner el aceite a calentar e ir pasando las rebanadas de pan primero por el preparado de leche, dejando que se empapen bien, pero controlando que no se deshagan, y luego por el huevo batido. 
  5. Freirlas dándoles vueltas constantemente para que queden doradas pero no demasiado oscuras. Al sacarlas ponerlas sobre papel absorvente.
  6. Cada dos fritadas colar el aceite y añadirle otro chorrito, Así se evita que se pongan negras.
  7. Poner en una tartera o sartén el agua, la miel y las otras 4 cucharadas de azúcar. Ir pasando las torrijas por la miel dándoles varias vueltas. No dejar que la miel hierva


UN POCO DE HISTORIA

          Las torrijas tienen una historia milenaria, que tiene más que ver con la lactancia que con la vigilia o la penitencia. En el siglo XVI se creía que el consumo de leche ayudaba a estimular la secreción de leche en las mujeres, por aquello de que lo que se come se cría. Leche, pan, huevos, caldos y dulce ( ya fuera miel o azúcar) se consideraban alimentos energéticos de fácil digestión, aptos para enfermos y convalecientes como las mujeres recién paridas, que pasaban el puerperio en casa siendo atendidas por familiares y amigas. De ahí que la combinación de pan, leche, huevos y miel ( o sea, torrijas) fuese un "hit" de la dieta de las parturientas antes y después de dar a luz.
          Esta tradición sigue vigente en los nombres que reciben las torrijas en Menorca ( sopes de partera), algunos sitios de Galicia ( torradas de parida) y en la cocina de la diáspora sefardí, dónde las llaman " revanadas de parida". De estas últimas podemos  sacar en conclusión que aunque fuera con otro nombre, las torrijas ya se hacían mucho antes de la expulsión de 1492 y que acompañaron a los judios en su exilio. Hay menciones en la literatura y documentación de esa época sobre " revanadas sefardies en ladino"; es lo más parecido que podemos oir hablar de torrijas en castellano medieval.


          En un retablo del siglo XVII conservado en el museo de Pontevedra se representa el nacimiento de la Virgen María con una escena doméstica en la que una mujer se saca leche del pecho para echarla en un plato de comida, posiblemente " torradas de parida"  con vino tinto. Esta Alegoría de la leche seguramente no significa que se echara leche materna al tuntún en las torrijas, sino que este alimento provocara la subida de la leche a los pechos.
          Juán de la Encina fué el primer autor que usó la palabra " torrejas"  para definir aquel dulce con el que se agasajaba a las madres recientes. En su Cancionero de 1496  incluye un villancico en el que unos pastorcillos cantan sobre los regalos que llevan a Jesús recién nacido y a su madre. Estos regalos no eran otros que los ingredientes para hacer torrijas.
       La palabra " torrija" no apareció en los diccionarios hasta 1591 y durante mucho tiempo significó simplemente "trozo de pan" que se usaba para hacer distintas recetas.
          En 1705 las torrijas estaban tan intimamente ligadas a los partos que el Diccionario nuevo de las lenguas española y francesa las define como "rebanadas de pan fritas y untadas en miel que dan a las mujeres paridas en España.
          Con el tiempo los ingredientes con los que se hacían las torrijas  (el azúcar, el pan blanco, la canela) se fueron abaratando. Cuando todo el mundo se las podía permitir, ya no resultaron tan apetitosas o dignas de un convite de bautizo. 
       De casualidad todos los ingredientes que llevan son compatibles con los preceptos de abstinencia. Así pasaron a consumirse en Semana Santa ya que alegraba un poco la fúnebre dieta cuaresmal. No existe ningún vínculo especial entre torrijas y Semana Santa hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando empezaron a vincularse con los menús de vigilia junto a otros postres como el arroz con leche, las natillas y los buñuelos.
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          Nuestros Cofrades también han hecho torrijas, como no podía ser de otra manera. Os pongo un par de fotos como muestra.

Juan Manuel Aragón Bernal
                                                                      
Torrijas de vino y de leche. Elaboradas por Niní Clavaín
 





                    
          

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